Cambios hormonales, fatiga, ansiedad, aumento de peso… Durante la perimenopausia, muchas mujeres sienten que pierden el control de su cuerpo.
Pero hay una herramienta simple, poderosa y al alcance de todas que puede ayudarte a recuperar el equilibrio: moverte.
No es hacer más ejercicio, es moverte mejor (y con más conciencia)
En esta etapa, tu cuerpo está atravesando una reconfiguración hormonal profunda. Los niveles de estrógeno y progesterona empiezan a fluctuar y eso impacta en el metabolismo, el estado de ánimo, la masa muscular y hasta el sueño. La buena noticia es que no necesitas volverte fan del gimnasio ni hacer rutinas intensas: lo que tu cuerpo necesita es movimiento constante, variado y consciente.
Dicho eso, si ya estás acostumbrada a entrenamientos más intensos y disfrutas de ellos, no hay razón para eliminarlos; de hecho, pueden seguir siendo muy beneficiosos si se adaptan a tu energía y recuperación. La clave está en personalizar tu rutina según cómo te sientas cada día.
El movimiento durante la perimenopausia no solo ayuda a controlar el peso, sino que regula el cortisol, mejora la sensibilidad a la insulina, estimula la serotonina y protege la masa ósea. Además, puede ayudarte a dormir mejor, liberar tensiones y conectar de nuevo con tu cuerpo desde un lugar de cuidado, no de exigencia.
¿Qué tipo de movimiento es el ideal en esta etapa?
Lo mejor es combinar distintos tipos de movimiento que se adapten a tu energía y a tus necesidades hormonales. Algunas opciones muy beneficiosas:
-
Caminatas diarias: ayudan a reducir el estrés, mejoran la circulación y estimulan el metabolismo sin desgastar tu sistema.
-
Ejercicio de fuerza: desde pesas hasta ejercicios con tu propio peso corporal. Es fundamental para mantener la masa muscular, la salud ósea y la regulación de la glucosa.
-
Yoga o pilates: ideales para fortalecer, flexibilizar y regular el sistema nervioso. Te ayudan a manejar la ansiedad, el insomnio y el dolor corporal.
-
Baile o movimientos libres: reconectar con el placer de moverse, sin reglas ni juicios, también es terapéutico.
Las recomendaciones generales de salud sugieren al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana, además de incluir dos sesiones de entrenamiento de fuerza. Pero más allá de números, lo importante es moverte de forma constante y adaptada a ti.
Y por supuesto, antes de iniciar cualquier nueva rutina de ejercicio, especialmente si tienes condiciones de salud previas, siempre es recomendable consultar con un profesional de la salud que te oriente según tus necesidades específicas.
Lo importante no es cuánto te mueves, sino cómo lo integras en tu vida diaria. Subir escaleras, estirarte entre tareas, bailar mientras cocinas o caminar mientras hablas por teléfono… todo suma.
Movimiento como medicina cotidiana
Durante la perimenopausia, moverte no es un lujo ni una meta estética. Es una necesidad fisiológica. Cuando te mueves, le estás diciendo a tu cuerpo: “estoy aquí, me ocupo de ti”. Estás regulando tus hormonas, apoyando tu cerebro, manteniendo tu corazón fuerte y activando procesos de reparación interna.
Y no se trata de hacerlo perfecto, sino de mantener el cuerpo activo de forma amorosa, realista y constante. Algunos días tendrás energía para más, otros solo para estirarte un poco. Ambas cosas son válidas.
Moverte es darle a tu cuerpo lo que necesita
El movimiento en la perimenopausia es mucho más que ejercicio. Es una forma de reconectar contigo, de cuidar tu salud desde adentro hacia afuera, y de recuperar el poder sobre tu energía. Cada paso que das, cada respiración que acompaña el movimiento, es una forma de decirle a tu cuerpo: “te acompaño en este proceso”. Porque mereces sentirte fuerte, estable y viva en cada etapa de tu vida.