Estás en la menopausia y ¿Sientes que subes de peso aunque no hayas cambiado tu forma de comer o moverte?
Muchas mujeres lo experimentan en la perimenopausia y la menopausia. No estás sola, y no estás haciendo nada mal. Hay una explicación biológica y tiene todo que ver con tus hormonas.
Cuando tu cuerpo ya no responde igual (y eso te frustra)
Es muy común llegar a los 40 o 50 y notar que, de pronto, lo que antes funcionaba ya no da resultados. Comes lo mismo, haces ejercicio, te cuidas… pero el abdomen se inflama, los jeans aprietan, y esa sensación de no reconocerte frente al espejo se vuelve familiar.
No es solo el paso del tiempo. Es tu cuerpo adaptándose a una nueva etapa hormonal. Durante la perimenopausia y la menopausia, las hormonas como el estrógeno, la progesterona y la insulina empiezan a comportarse diferente. Y eso afecta directamente cómo procesas los alimentos, cómo quemas energía, y cómo tu cuerpo almacena grasa.
¿Qué tiene que ver el metabolismo con las hormonas?
Mucho más de lo que solemos pensar. El estrógeno, por ejemplo, influye en la sensibilidad a la insulina (la hormona que regula el azúcar en sangre). Cuando los niveles de estrógeno bajan, como ocurre en esta etapa, esa sensibilidad disminuye, lo que puede llevar a una tendencia a almacenar grasa—especialmente en la zona abdominal—y a sentirse más hinchada o cansada después de comer.
Además, una menor cantidad de estrógeno también impacta la masa muscular. Perdemos músculo más fácilmente, y eso hace que el metabolismo se vuelva más lento. Menos músculo significa menos calorías quemadas en reposo, lo que explica por qué el cuerpo parece acumular más aunque no comas más.
Y si sumamos el estrés (que eleva el cortisol), la falta de sueño y los cambios en la tiroides que muchas mujeres experimentan, tenemos un cóctel que puede hacer que subir de peso se vuelva casi inevitable si no se hacen algunos ajustes.
¿Qué puedes hacer entonces?
Primero: entender que tu cuerpo no te está fallando. Solo está cambiando. Y necesita cosas distintas. Tal vez lo que antes funcionaba ahora necesita ser adaptado.
Quizás necesites ajustar tu alimentación para que tenga menos picos de glucosa, priorizando proteínas, grasas saludables y vegetales de verdad. O incorporar movimiento de fuerza, que ayuda a conservar masa muscular y mejorar la sensibilidad a la insulina.
También es importante revisar tus niveles de vitamina D, magnesio, y manejar el estrés, porque no todo es calorías. El descanso, la regulación del sistema nervioso y el equilibrio emocional también tienen un impacto directo en tu metabolismo.
Tu bienestar necesita nuevos hábitos
El aumento de peso en la menopausia no es tu culpa, ni es una condena. Es una señal de que tu cuerpo necesita una nueva forma de cuidado, más amorosa, más informada, más conectada. Cuando entiendes el papel de las hormonas en estos cambios, puedes dejar de pelearte con el espejo y empezar a escuchar lo que realmente necesita tu cuerpo. El metabolismo cambia, sí. Pero tú también puedes cambiar con él, con compasión y estrategia.