Si el deseo y la atracción van en picada, es el momento de resolver la inflamación en tu cuerpo
Baja energía, dolores, sensibilidad… la inflamación crónica no solo afecta tu cuerpo, también tu conexión con el placer y el deseo. Entender esta relación puede ayudarte a recuperar una vida íntima más plena y saludable.
Cuando el deseo desaparece y no sabes por qué
Hay momentos en los que, aunque todo en tu vida parezca estar bien, tu deseo simplemente no aparece. No es que no ames a tu pareja o que haya un problema emocional evidente. Es otra cosa. Algo más profundo, más corporal. Y muchas veces, esa “otra cosa” es la inflamación crónica de bajo grado: silenciosa, persistente y muy común en mujeres a partir de los 40.
Sentirte hinchada, con dolor articular, digestiones pesadas, fatiga constante o neblina mental no solo afectan tu día a día, también condicionan tu manera de habitar tu cuerpo. Y cuando no te sientes bien en tu cuerpo, es difícil sentir deseo. Porque el placer no nace desde la exigencia, nace desde la conexión y la vitalidad.
¿Cómo se vive la inflamación desde la sexualidad?
Muchas mujeres que viven con inflamación crónica no solo sienten malestar físico, sino también una desconexión profunda con su sexualidad. No es solo que el deseo disminuya: es que a veces desaparece por completo sin explicación aparente. Pueden aparecer síntomas como:
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Bajo o nulo interés sexual, incluso en situaciones donde antes sí lo había.
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Incomodidad física durante las relaciones: sequedad vaginal, tensión muscular, hipersensibilidad o dolor.
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Irritabilidad o poca tolerancia al contacto o la intimidad.
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Sensación de “desconexión” del cuerpo o de no sentirse atractiva.
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Niveles bajos de respuesta al estímulo, dificultad para alcanzar el orgasmo o baja sensibilidad general.
Estas experiencias no son imaginarias ni se solucionan con fuerza de voluntad. Están muy relacionadas con la cascada de efectos que genera la inflamación en el sistema nervioso, endocrino y emocional. Y entenderlo permite abordar la sexualidad desde un lugar más compasivo y funcional.
¿Qué tiene que ver la inflamación con las hormonas sexuales?
Mucho más de lo que imaginamos. La inflamación impacta directamente la producción y el equilibrio de hormonas clave como el estrógeno, la progesterona y la testosterona. Estas hormonas no solo regulan el ciclo menstrual o la fertilidad: también están profundamente ligadas al deseo sexual, la lubricación, la sensibilidad, el estado de ánimo y el placer.
Cuando la inflamación se instala, puede alterar la función del eje hipotálamo-hipófisis-gónadas, afectando la señalización hormonal. Esto se traduce en menor producción de hormonas sexuales, menor sensibilidad al estímulo, y una caída del deseo que no se arregla “forzándolo”.
Además, una inflamación persistente puede generar un entorno de estrés fisiológico que eleva el cortisol, otra hormona que en exceso compite con las sexuales. El cuerpo interpreta que “no es momento” para el placer o la conexión si está ocupado tratando de defenderse o sobrevivir.
La nutrición como vía para desinflamar y reconectar
La buena noticia es que, aunque la inflamación no siempre se siente de forma directa, sí se puede modular a través de la alimentación y los hábitos cotidianos. No se trata de hacer una dieta perfecta ni de eliminar todo placer. Se trata de nutrir tu cuerpo de forma que lo ayude a regularse, desinflamarse y volver a su centro hormonal.
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Elegir alimentos reales y reducir los ultraprocesados
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Incluir grasas buenas (aguacate, aceite de oliva, pescado graso)
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Priorizar vegetales de todos los colores
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Evitar picos de glucosa manteniendo estable el azúcar en sangre
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Incluir especias antiinflamatorias como cúrcuma, jengibre o canela
También es clave cuidar la salud intestinal, ya que una microbiota alterada puede contribuir a la inflamación sistémica y afectar tanto el estado de ánimo como la producción hormonal.
Recuperar el deseo empieza por reconectar con tu cuerpo
El deseo no es un botón que se aprieta. Es un reflejo de cómo te sientes contigo, de cómo está tu energía, tus hormonas, tu cuerpo en general. Si vives con inflamación constante, tu deseo se ve afectado, y no es tu culpa. No estás fallando, tu cuerpo está pidiendo atención.
Bajar la inflamación no es solo para sentirte más ligera o menos cansada. Es también para volver a habitar tu cuerpo con deseo, curiosidad, placer y vitalidad. El primer paso es volver a mirar hacia adentro y preguntarte: ¿qué necesito para sentirme viva de nuevo?